Chimpancés en un funeral


Lejos de la pretendida superioridad moral que el H. sapiens se ha adjudicado a sí mismo en exclusividad, distintas especies presentan en mayor o menor medida comportamientos generosos, altruistas, etc. mostrando así que, a pesar de siglos de pensamiento teológico, no existen diferencias cualitativas entre humanos y el resto de las especies que nos acompañan en esta pequeña nave verdeazulada llamada Tierra. Y ello también viene a demostrar que los sapiens sólo somos otra especie más sujeta a los mismos condicionantes evolutivos que el resto, y que nuestro comportamiento ha sido moldeado por la siempre inflexible selección natural. Y quizás el ejemplo más llamativo de que no somos tan especiales nos viene (como no podía ser de otra manera) de nuestros primos más cercanos: los chimpancés.
Si hay algo que filósofos y teólogos de toda época y condición han asumido como el comportamiento más humano, éste ha sido casi sin duda nuestra relación con la muerte, en donde los sapiens hemos convertido el fin de la existencia en un elemento social fundamental que define a cada cultura humana.
Sin embargo, dejemos que el Dr. Christophe Boesch, del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck nos relate de primera mano uno de los estudios más relevantes para entender de donde viene el comportamiento moral de los humanos ocurrido en el Parque Nacional de Taï, en el suroeste de Costa de Marfil en el ya cada vez más lejano año 1989:
En la madrugada del 3 de marzo de 1989 Grégoire llega sin aliento al campamento. Nos cuenta que, mientras iba siguiendo a  un grupo de chimpancés formado “Macho” y 3 hembras, de repente escucharon llamadas muy fuertes. Corriendo tan rápido como les fue posible en la dirección de las llamadas, encuentran a “Bruto” con un pequeño chimpancé acostado sobre su espalda que tenía el estómago abierto, los intestinos visibles y una terrible lesión en el cuello. Todos corrimos al lugar del drama. Cuando llegamos “Bruto”, “Macho”, “Ulises”, “Kendo”, “Darwin” y “Rousseau” están sentados muy silenciosamente cerca del cuerpo. Al menos otros veinte chimpancés están un poco más lejos, en los arbustos o en elsuelo. Todos ellos están en silencio, nadie se mueve, nadie come. Nos acercamos con mucho cuidado y vemos que de hecho “Tina” fue probablemente matada por un leopardo. Durante las siguientes 6 horas somos testigos de un gran acto en una atmósfera completamente silenciosa, incluso aunque hay al menos 30 chimpancés muy cerca del cuerpo de “Tina”. “Ulises”, “Bruto” y “Macho” permanecen sentados al lado de Tina. La espalda encorvada, la cabeza baja. De vez en cuando la tocan, ponen su pie en su mano y la sacuden suavemente mientras hacen muecas con la cara como diciéndole “ven, despierta”. Ellos también la acicalan, algo que generalmente no hacen conuna hembra tan joven. Permiten que se acerquen las hembras dominantes pero se levantan para evitar que el resto de las otras hembras se acerquen, así como también todos los jóvenes que podrían comenzar a jugar o hacer ruido. La única excepción es “Tarzán”, el hermano menor de “Tina”, quien toma su mano y la sacude con ternura mientras la mira a la cara como si esperara ver si él puede lograr causar alguna reacción. Solamente 6 horas después escuchamos las primeras llamadas de chimpancés que comienzan a irse, aceptando el hecho de que “Tina” no se va a ir con ellos. Al día siguiente, el grupo regresa al lugar del drama y se queda 3 horas para proteger el cuerpo de “Tina” antes de irse de nuevo. Al día siguiente, sucede lo mismo nuevamente y luego una mañana, después de una semana, el cadáver ha desaparecido. Probablemente el leopardo finalmente haya tenido éxito en comerse su presa

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