En el Occidente desarrollado se da una curiosa paradoja, mientras vivimos en un mundo de superabundancia de alimentos, en donde el sobrepeso y la obesidad son una verdadera epidemia sanitaria, aún así millones de sobrealimentados ciudadanos, convencidos por agresivas campañas de marketing, compran y compran suplementos alimenticios sin necesidad alguna. Y este extraño comportamiento además de innecesario y derrochador pone en peligro la vida de decenas de miles de personas al año.


Analizando datos recolectados en los departamentos de urgencias médicas de 63 hospitales estadounidenses durante el periodo 2004-2013 los autores han podido estimar que sólo en los EEUU se producen anualmente más de 23.000 visitas a urgencias hospitalarias relacionadas con el consumo de estos suplementos. Aunque los pacientes pertenecen a todas las edades aparecen dos grupos de riesgo destacados. El 28% de los atendidos tienen edades comprendidas entre los 20 y los 34 años, es decir adultos en la mejor época de la vida. Y el segundo rango de edades más habitual entre los pacientes es el de niños menores de 4 años con un 22% de los ingresos. Los motivos suelen ser de lo más variado, desde alergias pasando por palpitaciones, ahogos, dolor de pecho o taquicardias hasta intoxicaciones más o menos graves, de tal manera que alrededor de un 10% de los atendidos en urgencias necesitan ser hospitalizados posteriormente. Y todo ello, no lo olvidemos, por intentar cubrir una necesidad ficticia, creada exclusivamente para aumentar la cuenta de resultados de grandes corporaciones transnacionales.
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Maksim Gorki