LA PSEUDOCIENCIA ES RENTABLE

El método científico, con todas las limitaciones que se quiera, es la única forma conocida en la actualidad (y hasta que una mente privilegiada nos descubra otra ¡quizás!) de comprender y desentrañar la realidad y sobre todo de tomar decisiones racionales con una razonable expectativa de éxito (más o menos alta dependiendo del campo en cuestión y de su desarrollo actual), intentando eliminar o minimizar esos terribles sesgos cognitivos que llevamos impresos en nuestro ADN y en nuestro cerebro, fruto de las presiones evolutivas ejercidas en nuestra ancestral sabana africana sobre unos simples monos sin pelo por parte de la siempre particular, y muchas veces también caprichosa, selección natural.
09 Headnet - Donde la ciencia real termina, la pseudociencia comienza Parte IIPero sugerir, como hacen la infinidad de amantes de lo “alternativo” que tanto abundan entre esta siempre tan particular especie, que como el conocimiento científico tiene limitaciones (y es muchas veces provisional) entonces debemos estar abiertos a cualquier otro tipo de “conocimiento” es del todo absurdo, además de contraproducente y muchas veces hasta suicida. Porque volviendo al ejemplo de la meteorología, puesto que la tasa de aciertos de la previsión científica del tiempo es de tan sólo por ejemplo del 80 o del 60% ¿vamos entonces a dejar la planificación de todo el tráfico aéreo entre Canadá y Escandinavia en época invernal a Gustav Olafsson, famoso campesino de la remota provincia de Norrbotten, porque predijo por ejemplo con increíble exactitud la nevada de 2012 o la sequía del verano de 2005 observando el comportamiento de su rebaño de renos? Seguro que los pasajeros del vuelo de Scandinavian Airlines entre Estocolmo y Montreal del 15 de diciembre embarcarán la mar de tranquilos y confiados si la azafata les comunica que según el experto pronóstico del Sr. Olafsson y sus renos se espera buen tiempo durante todo el trayecto.
En contraposición, lo que en realidad hay que hacer sin pausa y con ahínco es dedicar más tiempo, esfuerzo y recursos para aumentar, pulir y mejorar en la medida de lo posible la forma de obtener el conocimiento científico, para que este sea a la postre lo más exacto, fiel y riguroso posible. Pero por supuesto, lo que nunca se debe hacer bajo ninguna circunstancia es abandonar la ciencia o equiparar las conclusiones científicas (por muy limitadas que éstas sean en algunos campos) con otros tipos de “conocimientos”, que en el fondo (cuando se analizan en profundidad) no son más que formas de autoengaño más o menos elaboradas, o lo que es todavía mucho peor, de simple manipulación cuando no de manifiesta estafa.
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