EL JUICIO DEL MONO

En la década de los 20 del pasado siglo se vivió un juicio muy mediático donde se debatía sobre la posibilidad de enseñar evolución en las escuelas. La sentencia de ese juicio fue una victoria para los creacionistas. Sin embargo en Arkansas en el año 1968 se vivió otro juicio que ha trascendido mucho menos, pero que tuvo una relevancia mucho mayor ya que abrió las puertas a la enseñanza de la evolución en las escuelas públicas de los Estados Unidos
Desde que se consideró a la evolución como el fenómeno que explica la biodiversidad de nuestro planeta, muchos profesores de ciencias, han tenido que luchar contra el fundamentalismo religioso para poder explicar este concepto a sus alumnos. Ese camino para muchos fue una senda llena de espinas, especialmente en algunos estados de los EEUU. Estos héroes, anónimos en la mayoría de los casos, pusieron en riesgo su profesión, su libertad y su aceptación por parte de la sociedad en la que vivían. Y todo para que sus alumnos fueran capaces de pensar por sí mismos y conocer las últimas innovaciones científicas más allá de la censura impuesta por posturas religiosas y políticamente reaccionarias.

El caso más famoso es que el llamado ”juicio del mono” desarrollado en 1925 en Dayton, Tennessee. Ese año se juzgó al profesor de instituto John Scopes por enseñar la teoría de la evolución en clase de ciencias naturales. El proceso fue muy publicitado y como fiscal estuvo un peso pesado de la política, además de fundamentalista cristiano, William Jennings Bryan. Por parte de la defensa participó Clarence Darrow, uno de los mejores abogados del momento. El juicio supuso la condena de Scopes a una multa de 100$, que posteriormente fue rebajada a 1$ dos años después por el Tribunal Supremo. Lo interesante del caso es que Darrow mostró la verdadera cara de los creacionistas y sus únicos argumentos: negar sistemáticamente la evidencia (se impidió comparecer como testigos a expertos en biología, geología, astronomía, etc), y la falta de sustento racional al aplicar la literalidad de la Biblia, tal y como mostró Bryan cuando fue interrogado por Darrow en calidad de experto en la Biblia. Este juicio tuvo tal repercusión mediática, que incluso en 1960 el director Stanley Kramer rodó una película sobre el proceso llamada “Heredarás el viento”. Pero los creacionistas ganaron el juicio y la evolución se mantuvo alejada de las escuelas.
Han habido otros juicios como ese que no han tenido tanta repercusión en los medios, a pesar de ser tan importantes o más del que aconteció en Dayton. En el año 1968, en el estado de Arkansas, una profesora de biología, Susan Epperson, usó en una escuela de secundaría de la ciudad de Little Rock, un libro de texto que incluía la teoría de la evolución. Este texto era usado en muchos otros estados, sin embargo en Arkansas todavía se mantenía la prohibición de enseñar evolución. Las autoridades educativas decidieron despedirla, por lo que Epperson recurrió a la justicia. La Corte Suprema le dio la razón, declarando en ese momento:
La prohibición fue producto del fundamentalismo religioso de los años 20. Arkansas tiene derecho a determinar los contenidos de la enseñanza en las escuelas públicas, pero eso no le da derecho a prohibir una teoría científica. Hacerlo es violar la libertad de expresión, que está en la primera enmienda de la Constitución
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A partir de ese momento se pudo enseñar evolución, pero el estado de Arkansas ha sido uno de los estados donde ha habido mayor confrontación en este punto: difícilmente se pudo enseñar la evolución humana, se intentó equiparar la evolución con movimientos religiosos, se potenció la idea de “enseñar la controversia”. Y eso fue copiado por otros estados del denominado cinturón bíblico. Así en el año 1999, el estado de Kansas decidió suprimir cualquier mención sobre la teoría del Big Bang, la edad de la Tierra y la evolución de los programas de las escuelas públicas. El National Center for Science Education ha tenido que pelear en los juzgados la defensa de la ciencia en las escuelas públicas, tal como ya nos comentó Eugene Scott en este mismo espacio. Desde aquí sólo nos queda agradecer la labor a esas personas que pelean para que la razón y el conocimiento sigan siendo una prioridad en la educación de los jóvenes.
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