10 RAZONES PARA NO CREER EN EL ESPIRITISMO

El «espiritismo» es algo más que creer en fantasmas. Realmente se trata de una doctrina originada en la Francia del siglo XIX y que constituye todo un cuerpo moral en relación a las consecuencias de la existencia de los espíritus y sus relaciones con el mundo corporal. Con numerosas tendencias y “escuelas” diferenciadas, existe un espiritismo religioso íntimamente ligado al cristianismo (aunque la propia Iglesia Católica lo condena) y otra faceta que podríamos denominar coloquialmente “espiritismo laico”, más alejada de los dogmas religiosos.Los seguidores más puristas suelen afirmar que el espiritismo no es religión, sino ciencia (sic!), dado que se basa en la investigación y el conocimiento, no en verdades reveladas.
En cualquier caso, el punto común e indiscutible entre todas las corrientes consiste en creer en la existencia de los espíritus inmateriales, pertenecientes a personas fallecidas, y en el hecho de que éstos pueden comunicarse e interaccionar con el mundo corporal y los vivos..
Hace bastante tiempo invitamos a los lectores de “La Ciencia y sus Demonios” a exponer sus propias razones, según las cuáles el espiritismo podría tener algún fundamento o en caso contrario, se podría descartar como una pseudociencia más (ver enlace)… Vistos los resultados, este es el resumen de las 10 razones argumentadas por los lectores de “La Ciencia y sus Demonios” sobre la improbabilidad de que el espiritismo tenga algún atisbo de realidad:
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Hace tiempo también se propuso un mismo análisis para el caso de la «invocación de espíritus», pero haremos una distinción; en esta entrada nos centraremos en el caso de los espíritus como entidades que pudieren interactuar con nosotros. La otra entrada se centrará en los medios de comunicación con tales entidades, pero a resumidas cuentas, ambas entradas serán complementarias. Adicionalmente, solo añadir que este recopilatorio ha sido particularmente difícil, vuestras aportaciones han sido muy buenas y ha sido complicado hacer una resumen digno. De todos modos, a ello vamos:
  •  1.- Falta de pruebas. Cualquiera que haya leído esta serie estará hasta el gorro de leer siempre lo mismo, pero es que es algo fundamental para considerar que algo realmente tiene un atisbo de posibilidad. De los espíritus se han oído muchas cosas: que actúan, que aparecen, que dicen cosas… Pero lo que se dice pruebas palpables y tangibles, nada hay. Por desgracia no hay un cachito de ectoplasma que analizar en un laboratorio. Por desgracia no tenemos un colisionador a positrones y una parrilla de almacenaje donde estudiar sus interacciones con este mundo material. Por desgracia no hay vínculos que nos permita observarlos de forma certera… Por ahora el único material del que se dispone son testimonios (que en ciencia poco sirven), “experimentos” sin rigor y algunos fraudes.
  •  2.- Herramienta de increíble potencial. Como suele suceder, hay gente que argumentaría que la “ciencia oficial” reniega de estas cosas y se niega a darle credibilidad porque no le interesa. La realidad es todo lo contrario. Si el espiritismo tuviera validez hoy día sería una herramienta con un potencial científico inigualable, un pilar básico de la ciencia. Desde la física ¿otras realidades? ¿otras dimensiones? ¿qué características y cualidades tienen? ¿cómo podemos acceder a ellas y estudiarlas (y no, no estamos hablando de traer de vuelta a Gozer el Gozeriano)?. Desde la biología ¿cómo se enlaza el cuerpo al espíritu? ¿qué mantiene y qué rompe el vínculo? ¿qué tipo de vida es una “vida ectoplásmica”? ¿cómo mantienen su existencia? ¿un espíritu es inmortal o mortal?. Desde la química ¿qué nuevos compuestos pueden existir en tales entidades?. Desde la arqueología ¡Hola Alejandro Magno! ¿Continuamos con tu biografía? ¡Hypatia! ¿Puedes reunirnos a los autores de aquellos textos de la Biblioteca de Alejandría para reescribirlos?… No, la ciencia no tiene nada en contra del “espiritismo”, si fuese cierto, esto sería lo que aportarnos podría, quién mejor que los espíritus para hablar y dialogar de todo ello. Pero actualmente, hasta el día de hoy, no hay… absolutamente nada.
  •  3.- Sin novedades ni nuevos conocimientos. Los espíritus se comunican de formas vagas y “primitivas”, características comunes a sus revelaciones, equivalentes a las de cualquier horóscopo. No aportan nuevo conocimiento al mundo y los supuestos espíritus contactados, justifican su existencia con terminología de la época. En siglos anteriores en Europa los supuestos “espíritus” explicaban sus orígenes según la mitología cristiana (Purgatorio y esas cosas). Hoy parecen recurrir a la física moderna (otras dimensiones y realidades). Si esperamos entes realmente avanzados o con un conocimiento que va más allá del que aquí tenemos (después de todo vivirían en otro plano, pero también se les supone inteligentes) ¿porqué no nos comunican todo desde un buen principio y nos enseñan algo nuevo? Se hace difícil imaginar al espíritu de Einstein pensando en milongas y no en revolucionar nuestro mundo y el suyo propio… Ni siquiera los supuestos “maestros ascendidos” han cambiado a la civilización con una revelación que dispare el progreso, con cosas como energía limpia y abundante, ecuaciones para un viaje espacial instantáneo, o al menos, la cura del SIDA o del cáncer.
  •  4.- No se conocen ni a sí mismos. Supuestos espíritus cuyo origen pertenece a otros países o nacionalidades, de otras épocas y culturas… Parecen conocer perfectamente el idioma y ciertos rasgos de la cultura de aquel que es contactado. Sin embargo al mismo tiempo han olvidado su supuesto “idioma original” y sus conocimientos acerca de hechos históricos que habían ocurrido en la supuesta época en la que vivieron y en el supuesto lugar donde estaban estaban establecidos… son realmente pobres o inexistentes en muchos casos. Lo que ya hace sospechar, una cosa es desconocer los fundamentos de la física cuántica (o “física espiritual” en su caso), pero olvidarte de tu idioma nativo es un poco… como para mosquearse. Cambiando de tercio… si se considerase a los espíritus como entidades “reales”, ¿quién nos garantiza que son quienes reclaman ser? ¿quién me garantiza que el espíritu que contacto con mi Quija, que asegura ser mi abuelo, sea realmente mi abuelo y no un impostor?
  •  5.- Demasiado fraude. Excesivo podría decirse. Se sabe de reconocidas actuaciones teatrales que intentan simular la presencia de espíritus o las posesiones, empleando técnicas de actuación como la modulación de la voz y ciertos movimientos corporales. Igualmente, en este tipo de actuaciones generalmente se recurren a tópicos que aparentan una fácil adivinación, pero resultan ser temas que estadísticamente son muy habituales (al marido fallecido cuando hay una mayor proporción de viudas que viudos, a nombres como María cuando estos son muy comunes en Hispanoamérica, etc.) y técnicas que, simulando a la adivinación de cartas, es fácil sonsacar sutilmente información a aquel que supuestamente está siendo visitado por un pariente muerto.
  •  6.- Zonas calientes bastante tibias tirando a frías. En el mundillo del «espiritismo» se suele decir que hay “zonas traumatizadas”, por llamarlas de algún modo, donde algún crimen o drástica tragedia ha creado un lugar clamado por la muerte y donde pululan los fantasmas. Sin embargo, no parece ser así. Habría lugares como Stalingrado, Verdún, Pompeya, el área sur del río Ebro, Hiroshima o Auschwitz, que deberían ser un hervidero de fantasmas. O como decía un comentarista: “habría que tener a cuatro grupos de cazafantasmas trabajando por turnos”. Pero hoy por hoy… psicofonías y gracias, como en cualquier trastero encantado del tres al cuarto.
  •  7.- Experiencias y la psicología. Mucha gente afirma haber visto fantasmas, espíritus o algo equivalente, habitualmente relacionados con familiares fallecidos. En caso contrario, a menudo se conoce a alguien cercano que los ha visto. Pero por desgracia el testimonio no es una prueba concluyente, aunque lo llegue a ser en judicatura. Nuestra memoria no es algo permanente y estático, sino que puede cambiar y ser moldeada. Los descubrimientos realizados hasta ahora en neurociencia, indican que la memoria es como una serie de parches, pero la organización de tales parches ya es cosa del cerebro. Por ello un acto como recordar es fácilmente influenciable desde el exterior y muy moldeable. Las experiencias sucedidas en la niñez son un fácil ejemplo: entonces es difícil distinguir sueño de realidad, porque en ocasiones puede no haber consciencia de estar soñando; adicionalmente, son recuerdos “mal recordados” ya que sucedieron hace mucho tiempo y pueden contar con adiciones incorporadas en el proceso de recordar. Entre tales adiciones pueden incluirse historias contadas por parientes y/o amigos. También es fácil que al tratar de recordar un sueño o pesadilla lo distorsionemos por completo.
  •  8.- Memoria selectiva. Por otro lado y en relación a los “sueños premonitorios” adjudicados a un contacto espiritual, sucede que los seres humanos siempre queremos ver más allá de las casualidades. En ese sentido, se habla de espíritus que son capaces de predecir fenómenos terribles que van a acontecer y luego suceden. En primer lugar, sería esperable que de poder darse ese fenómeno, se pudiese crear una “agencia espiritista de prevención”, que en este mundo sería extremadamente útil para prevenir grandes tragedias y contaría con la acción premonitoria de los “espíritus”… En segundo lugar, la verdad es que descontando la existencia de los espíritus, la neurociencia también indica que la memoria es selectiva. Nuestra mente es capaz de pensar en un instante en cien cosas distintas y diferentes; adicionalmente somos muchos humanos (varios millones) y cada uno tenemos nuestros sueños. No sería de extrañar que alguien pudiere soñar con un evento (terrible o no) que poco después sucediese en la realidad (más improbable es ganar el Euromillón y hay gente que lo ha ganado). Adicionalmente, nuestra mente tiende a retener las coincidencias, es muy sencillo olvidar todo aquello que no fue, pero en cambio, aquello que fue (aunque lo haya sido por pura chiripa) nuestra mente lo retiene como si valiese oro. Mas no solo la memoria es selectiva, también lo es la credulidad hacia determinadas cosas. Cuando los niños cuentan historias fantásticas sobre dragones o súper-poderes casi nadie les toma en serio (son cosas de niños). Eso sí, cuando se habla de fantasmas la cosa puede cambiar, parece haber cierta predisposición a aceptar fácilmente las historias de espíritus y entidades similares.
  •  9.- La existencia del alma. Esta es la base que sustenta al «espiritismo», la existencia de un alma presuntamente inmortal, que reúne todo lo que somos y que transciende a la muerte. Hoy por hoy, no se ha demostrado la existencia de tal entidad (y no  por falta de ganas, quién no desearía confirmar científicamente su propia inmortalidad). Hay hipótesis que plantean que el “alma” surgió como una explicación primitiva sobre las emociones y/o debido al miedo a la muerte. Sin embargo, hasta ahora se ha observado que las emociones y el intelecto son inherentes a un cerebro físico y también moldeables con cirugía o agentes externos (sino, observad el cambio de la capacidad intelectual y emocional tras tres tequilas), eso se sabe con bastante seguridad. Adicionalmente, dado que toda vida conocida tiene un soporte físico, apelar a una “vida sin soporte físico” es hasta el día de hoy un acto de fe. Y si el alma fuere una entidad material… ¿ande anda la jodía? ¿qué tipo de partículas la componen?
  •  10.- Evolutiva y jurídicamente hablando… Si los seres humanos tuviésemos “alma”… ¿También la tendrían los neandertales? ¿Hasta dónde se extendería esta entidad? ¿Todos los mamíferos (monos, gatos, perros…)? ¿Todos los animales (insectos, pulpos, gusanos, quetognatos)? ¿Todos los seres vivos (hongos, plantas, llegando hasta los procariotas e incluso los virus)?. De esta forma podría llegarse a la conclusión de que hasta la piedras o las moléculas deberían de tener alma. Aplicando la Navaja de Ockham, todo es mucho más sencillo: el alma no existe. Por otro lado, si el mundo espiritual existiera, las consecuencias para esta “dimensión” serían tan determinantes, que tendríamos que cambiar todo nuestro código moral-filosófico-jurídico. ¿Un fantasma tendría derechos, como un ser humano? Al fin y al cabo, serían entes con capacidad de comunicación en nuestro mismo lenguaje… Extendiendo este concepto, la existencia de tales entidades tendría unas consecuencias para este mundo tremendas. Un ejemplo directo y práctico sería la justicia: si un ente “sobrenatural” puede afectar a nuestro medio físico, entonces algún espíritu “malévolo” podría ser responsable de algunos actos criminales, en consecuencia tendría que ser incluido en la legislación y los abogados podría clamar al estrado que “el crimen por el que acusan a mi cliente podría haber sido realizado por el espíritu Fulanito” sembrando así la DUDA RAZONABLE. Luego la jurisprudencia tal y como la conocemos no podría existir. Siguiendo con esto, en el sentido de la ya mentada “agencia espiritista de prevención”, los países podrían usar a los espíritus como espías, el enemigo siempre podría obtener esa información vital utilizando a un fantasma colaborador. Pero en ningún caso se han dado sucesos de tal índole, los fantasmas solo suelen hablar de “te quiero mucho” y cosas por el estilo…
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