Curar en salud

Señor Sinay:
Busco su columna todos los domingos en la Revista. Había perdido el interés en el psicoanálisis; lo intenté con onda varias veces pero nunca obtuve resultados satisfactorios. Hace dos años me presentaron un taller, o como se lo pueda llamar, y en él, mediante ejercicios, logramos sentirnos muy bien. Usted me sorprende siempre con sus respuestas; se parecen a lo que hago y no a lo que recuerdo de mis terapias. También me ayudan los libros que recomienda. ¿Está cambiando la psicología o esto es algo especial?
Patricia Carrega
Fritz Perls (1893-1970) fue el fundador de lo que se conoce como psicoterapia gestáltica (pues partió de los conceptos iniciales de tres investigadores alemanes que exploraron la Teoría de la Forma, o Gestalt, según la cual el todo es siempre más que la suma de sus partes y esas partes cobran distinta forma según el observador). Dicha psicoterapia (en realidad, una cosmovisión, una filosofía de vida) propone centrarse en el aquí y ahora, que es donde transcurre nuestra existencia y se manifiestan nuestras emociones, sensaciones y pensamientos; plantea la importancia de hacerse responsable de la propia vida, de las propias decisiones y elecciones; formula la necesidad de pasar de los sostenes externos al autoapoyo interno, y toma en cuenta la totalidad de la persona (considerada un organismo integral), y no sólo su psiquismo. La médica chilena Adriana Schnacke, autora de Las voces del síntoma y Los diálogos del cuerpo, entre otras obras, y acaso la más grande terapeuta gestáltica del hemisferio, dice de esa terapia: "Me devuelve a mi propio límite, me impide evadirme buscando soluciones de otros y huyendo de mi aquí y ahora".
Todo esto viene a cuento a raíz de las reflexiones de nuestra amiga Patricia. Desde mediados del siglo XX hubo, en efecto, transformaciones en el campo de la psicología con el asentamiento de las corrientes humanísticas y cognitivas. La Gestalt se incluye entre las primeras e integra en sus abordajes los aspectos sociales, emocionales, físicos y espirituales de la persona. Perls (de quien se puede leer Sueños y existencia o El enfoque gestáltico, para asomarse a sus ideas) sostenía que, en principio, si una persona es tratada como si estuviera enferma, actuará como enferma; y si es tratada como si estuviera sana, actuará como sana. Una actitud terapéutica que empieza por no categorizar al consultante y propone una aproximación preventiva. En su lúcido y sensible ensayo A la escucha del cuerpo, la poetisa y ensayista Ivonne Bordelois explora con agudeza el nexo entre el lenguaje y la salud, y advierte que hay un enlace profundo entre la enfermedad y la esencia de lo humano. Ya Viktor Frankl y Carl Jung, figuras esenciales de la psicoterapia, habían observado que a los consultorios las personas llegan más de la mano de la angustia existencial que de la patología. Es decir, con dilemas filosóficos. Los grandes cambios de paradigma en la psicología nacen de este registro. Y esto transforma, por cierto, la relación entre el terapeuta y su consultante. Distinto es el vínculo y sus resultados cuando se parte de la patología que cuando se lo hace desde la salud.
Bordelois cita al novelista y científico inglés Aldous Huxley (1894-1963), autor del clásico Un mundo feliz, quien decía: "La medicina ha avanzado tanto que ya nadie está sano". Esto vale para todas las disciplinas que tratan al ser humano, en su cuerpo y su psiquis. Para seguir progresando necesitarán encontrarle al objeto de su tratamiento (la persona) cada vez nuevas dolencias. Es cierto que las hay, pero también lo es que muchas veces están, sobre todo, en la mirada o en la intención del observador. Y cuando el observador tiene el poder de diagnosticar, esto acarrea riesgos y exige responsabilidad. Sobre todo cuando el observador-diagnosticador prioriza técnicas y teorías antes que un encuentro humano con el diagnosticado, encuentro en el que sus propios fundamentos filosóficos serán requeridos. Si no, el vínculo entre ambos se convierte en una relación de sujeto (diagnosticador) a objeto (diagnosticado). Nadie, convertido en objeto, está cómodo, y en esa condición difícilmente se transforme en la dirección en que dice haberlo hecho nuestra amiga Patricia. ¿Cuál es esa dirección? En La teoría del cambio paradójico, Arnold Beisser, otro terapeuta gestáltico, la define así: "El cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es". Convertirnos en la semilla que ya existe en el árbol es un propósito trascendente en la vida, y las terapias que acompañan ese proceso curan en salud.
sergiosinay@gmail.com
Diario La Nación 16/08/09

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