La definición por lo negativo

EL PROBLEMA DE LAS DEFINICIONES EN NEGATIVO (Lola Cárdenas Luque) Quienes estudiamos el mundo de los fenómenos paranormales desde una perspectiva crítica tenemos una costumbre que resulta bastante incómoda a los divulgadores de lo paranormal, por aquello de documentarnos: pedimos definiciones en positivo de los términos que utilizan. ¿Qué quiero decir con «en positivo»? Quiero decir que se dé una definición explicando lo que sí es un determinado término, por contraposición a lo que sería una definición «en negativo», que pone cotas diciendo lo que no es dicho término. Intentemos aclarar la diferencia con unos ejemplos sencillos. Empecemos con unos pocos ejemplos de definiciones en positivo. Mesa: Objeto que tiene a partir de tres patas de la misma longitud (idealmente) y un tablero que se apoya sobre todas las patas a la vez.Bolígrafo: Objeto de forma cilíndrica que contiene un recipiente con tinta y se usa para escribir. La tinta se dispensa a través de una punta que está en un extremo del recipienteVentilador: Objeto que remueve el aire de su alrededor. Las definiciones puestas pueden ser más o menos exactas (ciertos objetos «de diseño» no son exactamente así), pero se ve clara su formulación: en positivo, porque estamos diciendo lo que sí es una mesa, un bolígrafo y un ventilador. Si vemos un objeto con tres, cuatro o cinco patas de la misma longitud, con un tablero que se apoya sobre todas ellas, automáticamente sabemos que es una mesa. Puede ser de mejor o peor calidad, o una de las patas puede estar rota y ser de longitud diferente a las demás, pero a partir de la definición en positivo seguimos pudiendo reconocer una mesa. Para abarcar todos los casos posibles, las definiciones de arriba contemplarían una casuística, pero cada caso sería, a su vez, una definición en positivo («un bolígrafo puede tener esta forma, o esta, o esta otra», por ejemplo). Ahora vamos a tratar de componer las definiciones anteriores en negativo. Mesa: Objeto cuyo número de patas no es ni cien ni más de cien, ni dos o menos de dos. No están hechas de arsénico, ni de espuma, ni de dulce, ni de nata montada.Bolígrafo: No sirve para cocinar ni para leer. Tampoco está pensado para apuntalar paredes. No se utiliza para auscultar a la gente ni para grabar emisiones de televisión.Ventilador: No sirve para enfriar el aire. Tampoco para preparar bebidas con hielo. Ni para dormir sobre él. Definir en negativo es algo mucho más complicado porque tenemos que acotar bien todo lo que no se es, cubriendo todas las posibilidades, si pretendemos que la definición resulte en algo sin ambigüedades. Las definiciones anteriores de ejemplo deberían ser mucho más largas, para poder cubrir todas las posibilidades de cosas que no se son. Seguramente, el lector habrá pensado algo como «¿no acabaríamos antes si define las cosas como lo que son, en lugar de como lo que no son?». Por supuesto que acabaríamos antes. Bastante antes. Y de hecho, se suele proceder de esa manera, hasta que nos topamos con la parroquia de lo paranormal. Los problemas empiezan tratando de definir la propia palabra-insignia: «paranormal». ¿Qué es algo paranormal? «Pues algo que no es normal», recibiría como respuesta el lector: una definición en negativo, nos han dicho lo que no es: «normal». No es normal. ¿Y dónde termina esa normalidad, para poder hablar de paranormalidad? «No cumplen las leyes de la física», suelen sentenciar, empleando de nuevo una definición en negativo. Bien, de acuerdo, pero... ¿de qué leyes de la física hablamos? ¿De todas, o sólo de las que conocemos actualmente? Porque esto plantea un problema bastante obvio y, sin embargo, ignorado: ¿algo que a día de hoy se considere paranormal por ignorancia de la ley física que lo explique, podría dejar de serlo dentro de cien años o cuando ya se conozca la ley física que lo explicara? Obviamente, sí, dado que si para ser paranormal, no debe obedecer las leyes de la física, esto significa que, realmente, no podemos estar seguros de que algo sea paranormal, pues podría dejar de serlo al cabo de unos años. Si los sucesos paranormales dejan de serlo con el tiempo, entonces, ¿de qué estamos hablando realmente cuando hablamos de lo paranormal? Los requerimientos de precisión y de «positividad» (discúlpenme el «palabro») en las definiciones son acogidos con bastante disgusto por los supuestos expertos en estos asuntos. Se lo toman, y te responden, como si fuera un ataque personal, contra la parapsicología y contra toda la gente que cree en misterios (aparentemente) irresolubles. Sin embargo, es todo lo contrario: es un interés sincero en saber de qué nos hablan cuando dicen «paranormal», ya que la definición en negativo, al no tener perfectamente definida la cota que clasifique sin lugar a dudas lo paranormal (las leyes de la física), podría ser un avance infinito que nos llevara a que lo paranormal es nada: «No cumple las leyes de la física... Hoy se descubre la explicación de un fenómeno X, así que todo lo paranormal que fuera como X, deja de ser paranormal... Mañana se descubre la explicación de otro fenómeno Y, por lo que todo lo paranormal que fuera como Y, deja de ser paranormal...». Todos los que hemos pedido definiciones en positivo lo más precisas posible hemos obtenido por respuesta cosas donde nombran a nuestras madres, aluden a nuestra salud mental, o bien dicen que no nos lo explican porque de todas formas no nos lo creeríamos. Aún así, algunos no desistimos. Prometo compartir la respuesta si alguna vez lo consigo.

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