Alzheimer y Cancer

Claudia Mazzeo
Para LA NACION


Un equipo de investigadores argentinos acaba de descubrir lo que consideran la conexión entre el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson.

Para eso, estudiaron la principal proteína del virus del papiloma humano (VPH), que causa el cáncer de cuello de útero, la E7, y hallaron que puede formar placas seniles (amiloides) grandes, que se acoplan a otras proteínas y forman una gran argamasa que afecta el control del ciclo celular y termina por provocar el cáncer.

Hasta ahora, los amiloides (proteínas anormales que se depositan en los tejidos y causan enfermedades) estaban asociados principalmente con los trastornos neurológicos, como el Alzheimer y el Parkinson. El nuevo estudio, realizado por científicos del Instituto Leloir y del Conicet, muestra por primera vez una relación directa entre el cáncer y la conformación amiloide de las proteínas.

"Esto abre la puerta para investigar cómo es realmente la estructura de otras proteínas como la E7 dentro de las células y si esa conformación amiloide se puede extender a otros cánceres, sean o no causados por un virus", dice el doctor Gonzalo de Prat Gay, responsable del Laboratorio de Estructura, Función e Ingeniería de Proteínas del Instituto Leloir.

Los doctores Karina Dantur y Leonardo Alonso, autores del trabajo e integrantes del mismo laboratorio, constataron la presencia de grandes "ensamblados" de la proteína E7 en células tumorales y, más importante aún, en muestras de tejido tumoral humano. Los resultados se publicaron en la revista International Journal of Cancer ; la revisión del estudio quedó en manos del doctor Harald Zur Hausen, que obtuvo el Premio Nobel en Medicina en 2008 por descubrir la relación entre el VPH y el cáncer de cuello de útero.

En el laboratorio que dirige Prat Gay, ya habían demostrado que la E7 puede interactuar con otras proteínas que produce la célula, pero no cómo lo hacía ni determinar su ubicación dentro de la célula. Si bien se creía que la E7 se alojaba en el núcleo celular, el estudio confirmó la presencia de cadenas largas de esa proteína fuera del núcleo, en el citoplasma, donde puede dañar la respuesta celular normal y generar cáncer.

"La mayoría de las veces que los investigadores asignan nuevas funciones o describen la existencia de moléculas con importantes funciones en las células, pierden de vista algo fundamental que este grupo toma como eje: la forma real que adopta la molécula en su medio natural y no en el tubo de ensayo", opina la doctora Mónica Costas, directora del Laboratorio de Biología Molecular y Apoptosis del Instituto de Investigaciones Médicas A. Lanari, que no participó en la investigación.

"Una misma proteína puede estar sola y con una determinada forma espacial, pero también puede asociarse con otras, como si se tratara de las cuentas de un collar que se van sumando y alcanzan distintas longitudes -explica Costas, que es investigadora del Conicet-. Esos cambios en su conformación le darían la posibilidad de ubicarse en distintos sectores dentro de la célula y de unirse a otras moléculas que fabrica la célula para producir cambios que inducen el desarrollo del cáncer."

Y apunta: "Podemos conocer la existencia de una proteína responsable del desarrollo tumoral, pero si no sabemos bajo qué forma se muestra, dónde y cómo actúa, no es posible siquiera diseñar anticuerpos específicos para detectarla, ni fármacos que inhiban su acción oncogénica".

Consultado sobre el hallazgo, el doctor Eduardo Castaño, especialista en enfermedades neurodegenerativas, expresa: "De la misma manera, las proteínas humanas pueden adoptar, ante ciertas circunstancias, la conformación amiloide, carente de actividad específica y capaz de acumularse dentro o fuera de las células de los tejidos. La forma más común de ese proceso es la que termina en el mal de Alzheimer, en el que una gran cantidad de sustancia amiloide se acumula en el cerebro".

Para el experto, y de manera llamativa, también en el mal de Alzheimer se han identificado cambios que "indican que el comando del ciclo de división celular está excesivamente «encendido», aunque las células nerviosas maduras ya no puedan dividirse". Esa, según Castaño, que colaboró en el estudio, "podría ser otra cara de la relación entre los amiloides y la falla en la regulación de la división celular presente en cáncer, que merece ser investigada".

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